No es cosa menor lo que pasa en Morelos, y como mexicanos nos debe servir como un espejo, entendiendo que votar por un mal gobernante cuesta vidas, empleos, inversiones y el tan ansiado bienestar, que no se ve por ninguna parte, en este pequeño estado.
Probablemente, los electores morelenses ocuparon el razonamiento de: “no nos puede ir peor, después de Graco”; pero desgraciadamente, esto sí pasó.
Y es que ante lo advenedizo y neófito de Cuauhtémoc, que se traduce en un congreso local que no lo voltea ni a ver, ya sea por su falta de legitimidad o por sus decisiones erróneas, hasta que está siendo investigado en Estados Unidos por vínculos con la delincuencia organizada, hacen ver como el morelense de a pie, se encuentra profundamente arrepentido por hacer a un futbolista, el gobernador del estado.
Morelos está entre los 5 peores estados en donde se incrementaron sustancialmente los homicidios dolosos por cada 100 mil habitantes, entre enero del 2018 y diciembre del 2021, lo que causa una profunda percepción de inseguridad, porque como bien lo escuché en una mesa hace poco, no es lo mismo saber que llegarás a tu casa del trabajo sin celular o mochila porque te asaltaron, o estar pensando en que puede ser el último día que veas a tus seres queridos.
Mientras tanto desde Palacio y el partido de Morena, se le tapa, apapacha y perdonan sus más grandes errores y mañas, que hacen pensar que Cuau vale mucho, no por lo que sabe hacer, sino por lo que le sabe a ciertos personajes del círculo rojo, como un Mario Delgado o a una Claudia Shienbaum, porque al final la política es política, sin importar si eres guinda, rojo o azul, el que paga como siempre es el pueblo.